Extracto del Tomo 1 “Hábitats y Sistemas de Hábitats” del Manual de Interpretación de los Hábitats Naturales y Seminaturales de la Región de Murcia. Editado por la Dirección General del Medio Natural, Consejería de Desarrollo Sostenible y Ordenación del Territorio, Región de Murcia.
“En las crestas hay poca disponibilidad de agua debido a que esta se desplaza a zonas topográficamente más bajas como consecuencia del movimiento gravitacional (escorrentías); además predomina en tales situaciones una textura gruesa en el sustrato, debido a la migración gravitacional de las partículas finas del suelo; por lo tanto la capacidad de retención del líquido elemento es baja. El resultado es que se produce un fenómeno de acentuamiento de la sequía. En definitiva los tipos de hábitats que se pueden asentar suelen incluir comunidades vegetales adaptadas a enraizar entre las rocas y los suelos muy pedregosos y secos, así como en los mejores suelos algún tipo de bosque o bosquete muy abierto de coníferas (sabinas, pinos, enebros). Por lo tanto, en las crestas lo que se suele dar es un conjunto de comunidades que se distribuyen en mosaicos a veces bastante complejos en función de las características de la roca (composición química, porosidad, pendiente, orientación, tamaño de las fisuras en la roca, presencia de rellanos terrosos, existencia de bolsones terrosos en profundidad, etc.). En estas zonas de crestas se dan comunidades muy ricas en táxones7 endémicos de origen antiguo (paleoendemismos) y otras especies que la competencia ha relegado a tales posiciones topográficas, pero que caso de desaparecer la misma (por ejemplo un incendio que elimina casi totalmente a la vegetación de la ladera/llano) pueden invadir los mejores suelos de las laderas/llanos, constituyendo hábitats secundarios en esa otra parte del gradiente principal correspondiente. En la Región de Murcia las rocas consolidadas presentes en las crestas son principalmente carbonatadas (calizas y dolomías), pero también se presentan zonas con rocas silicatadas (cuarcitas y esquistos) y yesos.
Estos ambientes rupestres son medios muy inhóspitos para el desarrollo de plantas, pero sin embargo en ellos podemos encontrar vegetales, si bien suelen cubrir escasamente la superficie de la roca, predominando en el paisaje el color de la roca, salpicada aquí y allá por alguna planta. El aspecto de estas zonas y la baja cobertura vegetal ha llevado a considerar estos ambientes como desiertos, no por aridez, sino por falta de suelo en el que las plantas puedan arraigar.
Ante estas dificultades no es de extrañar que la mayor parte de las plantas que viven en estos ambientes, que de forma genérica se denominan rupestres, sean exclusivas de ellos, pues sólo tras complejos procesos de adaptación son capaces de subsistir bajo las inhóspitas condiciones que se dan en los mismos. A las plantas y comunidades vegetales adaptadas a vivir en ambientes rupestres se les denomina, desde el punto de vista de sus afinidades ecológicas, rupícolas.
Entre los aspectos más llamativos de las adaptaciones a los ambientes de las crestas hay que resaltar que las raíces de las plantas rupícolas están en contacto directo con la roca, lo cual significa, dados los tipos de rocas predominantes en la Región de Murcia, que suelen tener que soportar la presencia de altas concentraciones de calcio, que resultan tóxicas para muchas especies. Por el contrario, otros nutrientes esenciales para la vida de las plantas no están disponibles o se presentan en niveles insuficientes para la mayoría de ellas. Además, el limitado desarrollo del suelo, en el mejor de los casos consistente en un relleno terroso en fisuras anchas de la roca o entre las piedras (pedregal de ladera), dificulta el enraizamiento.
Si el suelo es escaso, también lo es su capacidad de absorción y retención de agua. Como consecuencia los ambientes rupestres son muy secos para las plantas, que sólo disponen del líquido elemento en ocasión de las lluvias y en cantidades que dependen de la dirección de los vientos que traen las mismas, de cómo se mueve el agua por la superficie de la roca (escorrentías) o del grado de porosidad de la misma.
Aunque hay una gran diversidad de plantas rupícolas, se observan muchas similitudes morfológicas entre ellas, consecuencia de haber desarrollado adaptaciones parecidas para sobrevivir en los ambientes rupestres. Por ello, desde luego con una visión sintética en la que centramos nuestra atención más en las semejanzas que en las diferencias, se pueden reconocer a grandes rasgos dos tipos de “formas de vida” como los más comunes: casmófitos y comófitos.
Hay algunas plantas rupícolas que generalmente se presentan en roquedos o peñascos, a veces con pendiente cercana a la verticalidad, por lo que el suelo está ausente y las raíces sólo pueden penetrar por las estrechas fisuras que presenta la roca, a veces de menos de un milímetro de diámetro; por eso es prácticamente imposible arrancar estas plantas de la roca sin producir roturas de ramas o sin dejar la mayor parte del aparato radical en la roca. A las plantas rupícolas que presentan este tipo de estrategia se les denomina casmófitos, término de origen latino que significa “plantas de los peñascos”.
En las superficies rocosas poco inclinadas se pueden acumular unos pocos milímetros o centímetros de tierra; acumulaciones terrosas similares se pueden dar en fisuras anchas de rocas, como las que se forman cuando los estratos de una roca sedimentaria están dispuestos de forma horizontal o casi. Hay plantas rupícolas que se han adaptado a arraigar en estas acumulaciones de tierra, siendo fáciles de reconocer porque, a diferencia de las citadas en el párrafo anterior, es muy fácil separarlas de la roca y sin producirles daños físicos, salvo el del desenraizamiento. A las plantas rupícolas con esta estrategia de supervivencia se les denomina comófitos.
La separación entre casmófitos y comófitos, como sucede con todas las clasificaciones que se hacen de los organismos vivos, no es estricta y hay especies rupícolas que comparten ambas estrategias, es decir, que presentan raíces que se hincan en las fisuras de las rocas y otras (a veces no son raíces, sino tallos modificados como los denominados rizomas) que se extienden por el sustrato terroso depositado sobre la roca; este es el caso de una planta emparentada con los geranios que no es rara en la mitad norte de la Región, Erodium saxatile. A estas plantas rupícolas se les califica como casmocomófitos.
Los distintos ambientes rupestres presentan comunidades vegetales particulares. Además los diversos territorios biogeográficos que se presentan en la Región de Murcia destacan frecuentemente porque los hábitats similares pueden tener especies y, por tanto, comunidades vegetales particulares. De entre los diversos medios rupestres, se incluyen en la Directiva Hábitats los siguientes:
- Roquedos muy húmedos. El agua rezuma constantemente sobre la superficie rocosa, como sucede en saltos de agua, o la humedad ambiental es muy alta, como sucede en márgenes de canales de riego o bocas de pozos. El culantrillo de pozo (Adiantum capillus-veneris) es un helecho muy común en estos ambientes. Este tipo de vegetación no se considera incluido en los sistemas principales y se comentará brevemente entre los sistemas de hábitats especiales.
- Roquedos secos. En ellos podemos distinguir varios ambientes (ver Figura):
• Grietas escalonadas. Se presentan allí donde las rocas sedimentarias se disponen con los estratos horizontales o poco inclinados, siendo los lugares donde mejor se desarrollan los casmocomófitos, como Erodium saxatile.
• Rellanos terrosos. En laderas rocosas, pequeñas oquedades del terreno en las que se acumula algo de tierra, por lo que son muy propicias para los comófitos.
• Fisuras en paredes verticales o casi. Ambiente selectivo para los casmófitos.
• Fisuras anchas terrosas. En ellas se asientan comunidades dominadas por helechos, que funcionan como comófitos.
• Extraplomos. Roquedos con más de 90º de inclinación, como sucede en salientes y bocas de cuevas.
• Llanos y laderas rocosas o pavimentos. Un ambiente frecuente en colinas en las que se presenta en mosaico con zonas de suelos más profundos.
• Acantilados. Afectados por las salpicaduras de agua salada procedente del mar; se incluyen en sistemas de hábitats especiales.
Esquema de los principales tipos de ambientes en roquedos secos:
2. Fisuras verticales.
3. Extraplomos.
4. Pavimento o ladera rocosa.
(Alcaraz et al. 1999, modificado).
Hay un caso de rocas particulares que, no sin algunos problemas, determinan algunas peculiaridades en los sistemas de hábitats principales, que es el de las zonas con yeso. Los yesos, son sustratos que cuando afloran determinan un medio muy hostil para las plantas, con unos suelos de altísimo contenido en calcio, carencias de numerosos nutrientes y una baja disponibilidad de agua. Si se trata de materiales poco consolidados es posible que con el tiempo se desarrolle un suelo profundo e incluso se lleguen a instalar en este medio una gran diversidad de hábitats, incluso de los sistemas principales, pero si es el yeso duro, más o menos cristalino, el que alcanza la superficie del suelo, las restricciones para el desarrollo de la vegetación son enormes, reduciéndose muchas veces a un hábitat de tomillar muy abierto, con algunas especies exclusivas de estos medios (edafoendemismos de yesos o gipsícolas).
Alcaraz Ariza, F.; Barreña Cayuela, J. A.; Clemente Díaz, M.; González Garnés, A. J.; López Bernal, J.; Rivera Núñez, D. y Ríos Ruiz, S.
Extracto del Tomo 1 “Hábitats y Sistemas de Hábitats” del Manual de Interpretación de los Hábitats Naturales y Seminaturales de la Región de Murcia. Editado en el 2008 por la Dirección General del Medio Natural, Consejería de Desarrollo Sostenible y Ordenación del Territorio, Región de Murcia.
que se puede descargar en la página web Murcia Natural>Publicaciones>Monografías.
Más enlaces sobre plantas rupícolas:
Red Aragón. Espacios Naturales de Aragón. Como viven las plantas sobre las rocas
Muchas gracias por tu informacion
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